domingo, 19 de agosto de 2012

"Ahí otro día..."

Uno de los secretos para poder vivir plenamente y feliz es vivir el hoy, día a día, sin esperar en el mañana. Resulta que ninguno de nosotros sabe si mañana va a amanecer vivo en su cama. Es normal que demos por hecho de que mañana vamos a estar ahí, siguiendo nuestros quehaceres, encontrándonos cual si de rutina se tratara.

Me ponía a pensar en ésto porque, sin darme cuenta, he caído en el creer de que puedo andar "posponiendo" las cosas o acomodándolas de tal forma que mi vida pueda ser alguna clase de "agenda". He caído en el decir "mañana lo hago"... "hoy no me da tiempo"... "mejor otro día"... "ahí en otra pasadita"... "ahí otro día"... Momento... qué estoy diciendo?

Viendo hacia atrás en el tiempo, cuántas veces me he privado de disfrutar de la vida por andar diciendo "ahí otro día"? Hágale! Son tantas cosas! Aquella plática que pospuse con X o Y persona que quizá lo necesitaba más que yo; aquella salidita al cine que no di ese día; aquel partido de fútbol que no jugué por simple desidia; aquel problema que no quise resolver ese día; aquel correo que preferí verlo otro día (y al final quedó en intento); aquella llamada telefónica que prometí hacer y nunca hice; aquella gira fuera de Managua que no hice por pasarla al otro fin de semana... Y peor aún, aquel "te quiero" que nunca dije. La pereza es amiga buena onda... pero que te paga a punta de patadas.

Qué tonto he sido a veces! En algunas situaciones, he tenido los recursos, el tiempo, las facilidades y oportunidades de hacer las cosas y, aún así, no las he hecho. Hasta este momento, no había hecho antes algún examen de conciencia que me dijera: "estás mal!", "la estás pasiando". Dice un dicho que es muy sabio: "las oportunidades pasan sólo una vez en la vida frente a vos... y te toca decidir de forma tajante, si la tomás o la dejás". No siempre son cosas relevantes o trascendentales, pero vale la pena a veces poder decidir a tiempo sin dejarlo para más tarde.

Y pasa otro detalle: he sido injusto con ésto. No me aplico a mí mismo el rasero con que mido o juzgo a los demás. Soy un impaciente por excelencia, todo lo que quiero, espero o me conviene, lo quiero para ya. Me sofoca horrores pensar que esa otra persona de la cual espero algo va a demorar tanto... y si hablamos de ir al banco, ni hablar. Pero volviendo al tema, a mí también me gusta que las cosas me las digan en su momento, me cae mal que me digan "ahí otro día". Me parecen excusas baratas para evitar algo o, en el peor de los casos, no decir un "no" a como se debe: en el instante, con claridad y valentía. He ahí la injusticia: no me gusta eso en la gente... pero no he sido estricto conmigo mismo evitando caer en eso.

Considero que hacer las cosas en su momento, sin aplazarlas, sólo trae beneficios: te evitás perder tiempo, no perjudicás a nadie, te mostrás seguro de lo que querés y, sobre todo, te mostrás como una persona de convicciones firmes. No es mala idea aplicarlo desde este momento para mí mismo también, porque, a como decía al inicio, nos llenamos tantas veces de creer que el mañana es nuestro y que está asegurado...

... y no nos ponemos a pensar (me incluyo) en que quizá, el mañana no exista... o ya sea demasiado tarde.

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